La obesidad, almacenamiento excesivo de la
energía en forma de grasa en el tejido adiposo, es el trastorno metabólico más
frecuente observado en los países desarrollados, cuyas consecuencias son de
extraordinaria importancia, ya que conlleva una menor expectativa de vida. Es
causa de múltiples complicaciones quirúrgicas y mal control de enfermedades
preexistentes y constituye un factor de riesgo nada despreciable de padecer
diferentes patologías. La obesidad es capaz de actuar como factor
desencadenante del trastorno del metabolismo graso y precipitante en personas
predispuestas hereditariamente, es decir, con antecedentes familiares de D.M;
tanto más cuanto más próximo lo sea el familiar.
Hoy la mayoría de los diabéticos no insulinodependientes
por encima de los 50 a. son obesos y en ellos el sobrepeso es un factor de
resistencia al tratamiento.
Aunque la causa de la obesidad se debe a dos
factores fundamentales: el exceso de ingesta calórica y el sendentarismo, es
decir, una desproporción entre el aporte y el gasto, no podemos olvidar que
existen unos factores intrínsecos de tipo metabólico, genético, neurológico,
sociológico e incluso socio-económico que intervienen en su desarrollo.
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