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"Vivir con la diabetes, no es vivir para la diabetes"

sábado, 24 de diciembre de 2011

Azúcares en la dieta del diabético


La diabetes ha sido considerada por numerosos autores como una enfermedad de la vida moderna, de los países occidentales, de la civilización e incluso del futuro, debido fundamentalmente a la creciente incorporación dietética de los llamados azúcares sencillos, en sustitución de los azúcares complejos.
Estos últimos, corresponden a los polímeros de glucosa cuyas moléculas contienen hasta 50.000 o más monosacáridos y son proporcionados por los tubérculos, cereales y legumbres. Los azúcares sencillos serían los disacáridos y oligosacáridos que contienen entre dos y diez monosacáridos respectivamente, entre los que se encuentran la lactosa y la sacarosa. La lactosa o azúcar de leche solo se encuentra en estado libre en la leche de los mamíferos y en una proporción muy baja. La sacarosa o azúcar de mesa se obtiene de la remolacha y la caña de azúcar.
Se considera que los azúcares simples son absorbidos rápidamente incrementando de manera importante la glucemia, mientras que los azúcares complejos se dirigen lentamente, permitiendo así variaciones moderadas de la glucemia y una respuesta pancreática progresiva en lugar de brusca como ocurre tras la ingesta de azúcares sencillos.
La velocidad de asimilación de los glúcidos se ve influenciada por numerosos factores en los que cabría citar: origen alimentario o tipo de alimento, transformaciones sufridas por el alimento antes del consumo y la asociación con otros nutrientes.
En cuanto al origne alimentario, existen azúcares sencillos que se absorben más despacio que otros azúcares complejos, como puede ser el caso del pan blanco en relación con la leche y la fruta.
A menudo tratamos de introducir en nuestro ámbito de influencia el desayuno anglosajón, a base de cereales con leche, con el fundamento de asegurar una asimilación más lenta y unos niveles de glucemia más uniformes, pero es preciso conocer que los copos de avena presentan un IG-86 en relación al pan blanco.
Además, en relación con las transformaciones alimentarias previas al consumo, cabría distinguir entre transformaciones de tipo industrial y de tipo culinario, así por ejemplo el grano de cualquier cereal molido, es más accesible a los enzimas que sin moler , lo que afecta la velocidad de absorción, igual que ocurre con la cocción de los alimentos, sin embargo es preciso señalar, que a veces es imprescindible una cierta preparación o cocción de los alimentos precisamente para hacerlos digestibles.

Esta imagen está obtenida de Internet y por lo tanto, propiedad de sus respectivos autores.
La digestión de glúcidos y en consecuencia su velocidad de asimilación, está sometida a numerosos factores, y no solo al concepto estructural de azúcares sencillos y azúcares complejos. La velocidad de absorción, viene a determinar el nivel de la glucemia, por tanto, un cambio importante en la alimentación puede inducir un desequilibrio en un individuo genéticamente predispuesto, o simplemente en un individuo cuyo régimen de alimentación durante las primeras décadas de su vida, hubiera sido a base de azúcares de absorción lenta, situación que se ha producido en algunas poblaciones occidentales.
De todo ello, se deduce que algunas poblaciones tienen una predisposición especial a desarrollar la enfermedad, predisposición que bien pudiera tratarse del propio cambio alimentario, de azúcares de absorción lenta a azúcares de absorción rápida, lo que indicaría una fragilidad del sistema insulina-glucemia como consecuencia de la alimentación previa, que se vería quizás truncada  por el propio cambio.

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